En La 100×35, la milla más larga en la jornada de mi carrera humanitaria… Parte 2

Cómo la contribución de un inmigrante hondureño nacido en el extranjero, orgullosamente contribuye a una misión dental en Puerto Rico, cuál ayudaría a cambiar el curso de la atención médica y lideraría el camino para erradicar el cáncer oral en Puerto Rico, y su hermosa ladera de las montaña de Borinquen.

Esta crónicas del resumen va dedicado a todos los inmigrantes, que han prestado su valiosa contribución a estos Estados Unidos de América y sus territorios.

Mientras observaba como nuestro grupo de jóvenes a los que trajimos de la ciudad de Nueva York, trabajaban codo con codo en el campo, junto con su homólogo, acompañantes, la Rev. Dr. Damaris Whittaker y los agricultores locales, a quienes habíamos contratado para enseñarle a nuestros jóvenes sobre la agricultura, decidí usar mi cámara de 35 mm para documentar. Inmediatamente me di cuenta de que cada vez que me centraba en estas personas jóvenes, locales, giraban la cabeza, se cubrían la boca y se negaban a sonreír. Como profesional de la salud mental, capacitado para observar, informar y documentar. Mi tarea e instrucciones, habían sido las de observar y anotar casos de depresión severa y otras deficiencias de salud mental, aunque que ya nos habíamos dado cuenta de que era un desafío casi imposible en el cual embarcaríamos, debido a que tendríamos que implementar un detallado plan de atención y tratamiento continuo cuál en esos precisos días, no, nos podíamos entregar.

Así que inmediatamente dejé de tomar fotos y fui a ver a la Dra. Karen y le informe sobre li visto, mientras le sugería, si también pudiera observar y, dependiendo del volumen de casos y la necesidad en la ciudad, tal vez podríamos regresar a la ciudad de Nueva York, hacer sonar la alarma y organizar una visita dental a la isla. Ambos le informamos sobre nuestros hallazgos a mi esposa, Rev. Dra. Whittaker, quien casi de inmediato se puso en el teléfono.

Gracias a la tecnología moderna, ya se habían agendado varias reuniones antes de que bajáramos de las montañas.

Aunque al principio pensamos que iba a ser fácil… pero como sabes, nada bueno se le hace realmente fácil. Siempre es una batalla cuesta arriba. Volvimos a la ciudad de Nueva York y estábamos en el proceso de organizar una recaudación de fondos para ayudar a conseguir los billetes de avión para los dentistas, laboratorios móviles y todas esas cosas buenas que vienen con la realización de una misión dental-médica en el extranjero. No es una tarea fácil, pero fuimos bendecidos. Y mientras luchamos, quiero decir, fue como si hubiéramos movilizado toda la ciudad de Nueva York, organizamos en celebración de una fiesta de baile caribeña y recaudamos algunos fondos, aunque la gran sorpresa vendría más tarde, ya que nuestro bendecido ángel, Johanna Castro, se puso en contacto con nosotros, para notificarnos que los estudiantes de posgrado de la Universidad Pace, habían completado recientemente la producción de una película sobre la tormenta, Puerto Rico, Hope In The Dark, que se estaba proyectando en el Museo de los Niños en Manhattan… luego nos preguntó si nos gustaría formar parte del panel y compartir nuestros pensamientos, observaciones e ideas que ayudarán a esforzar ¿La recuperación de la isla? ¡Por supuesto! ¡Ese gran sí, resonó en el otro extremo de la línea! Una gran película, muchos aplausos y gratitud fueron compartidas por la encantadora audiencia al final. Hicieron muchas preguntas, ofrecieron sugerencias y expresaron su preocupación por la lenta respuesta de nuestro gobierno.

Sin embargo, entre la audiencia, estaba el Dr. Joseph Carrion, que respetuosamente levantara su mano, se identificó y nos dijo que era un científico en el Instituto de Investigación de Salud de Faisntain, en Long Island. Aunque, lo que fuese aún más importante, que nos invitó a conducir hasta allí y se ofreció a darnos todos los suministros necesarios para nuestra misión.

Afortunadamente para nosotros, nuestro coche es un Chevy Equinox, que nos da casi 35 MPG, en el auto expreso y con el podría correr todo Manhattan y Long Island todo el día sin tener que parar y rellenar, y lo hice. Temprano esa mañana tal como lo teníamos programado, me fui a recoger, a nuestra orgullosa y dedicada, estudiante de medicina, Dominicana, Republic, Jennifer Murillo, luego a Lower Eastside, a encontrarnos con la súper comprometida y dedicada Boricua, nuevayorkino, nacida en Nueva York, puertorriqueña, diácona, Edna Benitez.

Llegamos al Instituto de Investigación Feinstein, junto al Hospital de Salud de Norwell justo a tiempo, nos identificamos con la seguridad y nos dirigimos directamente a nuestra reunión. No solo que el buen Dr. Carrion estaba listo, pero también estaba orgulloso de presentarnos a su colega, la Dra., Francis Santiago Swartz. Quien es una científica de investigación puertorriqueño muy orgulloso, e innovadora, quien ha sido galardonado con varios premios prestigiosos. Muy orgullosa de su gente y estaba más que ansiosa por ayudarnos a cumplir con nuestra misión. Ella también tenía cajas repletas de suministros médicos sobrantes de investigaciones anteriores para donar a nuestra causa.

Pero aún más importante, nos facilito las conexiones directas de la isla con distintas, clínicas y médicos aquí en acudir, uno de ellos, siendo la Dra. Elba Díaz y la escuela de odontología de la Universidad de Puerto Rico en el centro Médico.

Nuestra joven estudiante de medicina, Jennifer, también estaba muy alegre, ya que ella también había hecho algunas conexiones claras con Dra. Santiago Swartz, que parecía muy motivada para ayudar a un futuro joven colega potencial e incluso compartió su número directo.

En el camino de regreso, tuvimos que tomarnos nuestro tiempo para regresar, conducir bien despacio, ya que nuestro coche ahora estaba sobrecargado de suministros médicos. “Todo lo que se necesitaba”, tal y como nos había antes indicado, el Dr. Carrion. Hambrientos, cansados, era la hora del almuerzo y mientras tanto por celebrar, nos dio por buscar comida latinoamericana, y de alguna manera nos topamos con este auténtico restaurante cubano, que parecía como si nos hubiera llevado atrás en el tiempo a diciembre de 1958, justo antes de la revolución cubana, los coches antiguos clásicos estacionados en el camino de entrada y todo lo que representaba una era así.

Buena comida, contento de corazón, estómago satisfecho, seguimos la ruta de nuevo, rumbo a Manhattan… hasta hora que llego el momento de dejar a mis compañeros de lucha y luego regresar a la iglesia para pedirle ayuda al personal para descargar y asegurar nuestras donaciones hasta que pudiéramos enviarlas por correo a las personas adecuadas y que llegaran a Puerto Rico a tiempo para cuando los dentistas y el resto de los especialistas estuvieran programados en la agenda y listos para la misión dental y médica combinada.

La planificación de este tipo llevó un par de meses y un par de viajes más a Puerto Rico, con el fin de asegurar adecuadamente el protocolo y seguir las directrices médicas puertorriqueñas. Nuestro objetivo no era pisar los dedos de los pies de nadie, ni venir aquí creyendo que lo sabemos todo y tratando de decirle a la gente qué hacer, sino más bien formar asociaciones y aprender de lo que habían estado haciendo ellos antes. Rev. Damaris y Dra. Karen harían otro viaje para reunirse con Dra. Elba, dentistas a cargo en el Centro Médico, Escuela de Medicina, Universidad de Puerto Rico, quien estarían liderando nuestro equipo… y más tarde haríamos otro viaje con Dra. Karen para trabajar con su equipo dental ya organizado, diseñar la logística y analizar la mejor manera de movilizar y operar de manera efectiva una misión dental móvil completa sin siquiera una la mínima dificultad. Tomando en cuenta que estábamos en las montañas, a casi tres del hospital más cercano y no había lugar para errores.

La Dra. Elba, los técnicos de laboratorio, los asistentes dentales, los estudiantes y otros dentistas se harían cargo de la sede de Casa Solidaria, donde pasarían la noche y estarían en su lugar, listos para nuestro comienzo temprano por la mañana.

A medida que presentamos nuestra logística y los médicos trazaban sus planes finales, era hora de regresar a la ciudad de Nueva York y enviar nuestros suministros directamente a Amarilis Pagan, director de la sede de Proyecto Matria en Caguas. Casi dos años habían pasado desde la tormenta, pero el envío seguía siendo complicado. Enviando una carga de tal volumen y especificación, tuvimos que ser claros, cautelosos y simplemente no depender de la fe, sino más bien de la precisión, además de un buen seguro, que resultó ser costoso, aun empleando el plan 5o1c3 de las iglesias contributivas

Llegamos de vuelta a Puerto Rico a última hora de esa noche, antes de la misión, esta vez pudimos alquilar una casa a menos de una milla de distancia de donde estaríamos operando, cenamos y después de un buen descanso la noche anterior ya estábamos listos para salir temprano antes que saliera el sol… esa mañana del 8 de junio de 2019… 7:00 a.m. en punto, como se acordó previamente. Aunque al principio teníamos una escasez de médicos y enfermeras disponibles sobre el terreno en Puerto Rico, el Centro Integral de La Montaña se unió a nosotros para ayudar a proporcionar el apoyo cuál era tan necesario.

Además, Dios estaba con nosotros, esa misma semana, la oficina del gobernador finalmente se había dado cuenta de la crisis médica y la escasez de médicos a la que se enfrentaba la isla, y el propio gobernador había publicado recientemente un informe, que permitía que todos los médicos en Puerto Rico con una licencia médica válida de EE. UU. Podrían practicar y así atender a los pacientes e incluso llenar recetas durante un total de 90 días, mientras estaban en Puerto Rico.

Esto nos permitió aprovechar la ayuda ultra valiosa de la profesora de la Universidad de Yale, quienes es especialistas en neumóloga pediátrico, Dra. Beverley, quien acompañaba a su amada esposa, la Dra Karen Karen. Ellas dos, junto a Dr. Heriberto Marín de salud pública junto con otros médicos, explorarían la pequeña ciudad e irían de casa en casa, revisando a los niños, recetando los medicamentos necesarios mientras los evaluaban, pagando de su propio bolsillo para que sus recetas se llenaran y los recogieran en la farmacia… esto lo sé, ya que era parte de mi tarea era de llevarlos a estas farmacias para cumplir con su objetivo.

Después de todos los preparativos, y la pro-actividad de mi entrenamiento en la marina mercante, el día de la misión dental, para mi surgió ser tan suave como de comerse un buen helado de coco. Y según la Dra. Elba y su equipo, indicaron que la misión salió mucho mejor de lo que habían estimado anteriormente… aunque no estoy recuerdo estar exactamente seguro cuántos pacientes fueron atendidos, ni cuántas dentaduras postizas nuevas, dientes ni cuántas sonrisas nuevas se crearon en un gran día tan bendecido.

Lo que sí sé, sin embargo, es que muchas, muchas vidas cambiaron casi de inmediato, sonrientes hacia un futuro mejor.

Desde el balcón, a la sala o donde quiera que estabas y en cualquier otra sala de estar disponible en Casa Solidaria, de inmediato se habían convertido en clínicas dentales individuales, con sillas, iluminación, agua corriente, etc. y toda la calle cual la rodea, parecía como si fuera un ambiente de carnaval o que si fuera un evento de aspiración… y cada ves que un paciente recibía su nuevos dientes, se le daba un espejo de mano y se los dentistas le pudiesen que sonrieran, varios de ellos lloraron, mientras tanto, nuestro equipo, los miembros de su familia y el resto de los pacientes, aplaudían se regocijaban y de nuevo aplaudían.

Ese amor en el aire era palpable, solo tenías que estar allí… algo por lo cual tu corazón quería sonreír, era una celebración victoriosa para ver, apreciar y dar gracias por el amor de Dios.

Al terminar cayó la tarde, e invitamos a todo el equipo médico a cenar, incluidos algunos de los padres de sus jóvenes estudiantes de odontología, que ahora habían llegado para recogerlos y llevarlos a casa… trayéndole un buen negocio para el pequeño restaurante local dentro del pueblo montañoso y al personal de camareros, que estoy bastante seguro de que nunca antes habían cocinado y servido a ese gran número de clientes a la misma vez.

Mejorando aún más, cuando nuestra misión encontró otro propósito, el de erradicar el cáncer oral. En los meses y semanas que siguientes, Dra. Elba, se había puesto en contacto con Rev. Whittaker en Nueva York, esta vez con noticias aún mejores. Ella le informó que según su investigación más reciente indicaba que se estaba aplicando un nuevo láser en el campo de la odontología, que podría usarse para erradicar el cáncer oral con un solo zarpazo. Que el paciente no necesitaba suturas y un seguimiento era lo mínimo. Luego le explicó que también se necesitaría una silla dental especial.

Su investigación científica, dirigida por el departamento de la salud pública, indicó que las ciudades de la ladera de Puerto Rico tenían el mayor número de casos diagnosticados con cáncer oral en todo el hemisferio occidental. Cuando Damaris informó de esto a nuestro equipo, nos preparamos de inmediato para nuestra nueva misión. Esta vez, a pesar de estar asistidos por algunos donantes que preferían el anonimato y silenciosos, nos reuniríamos para organizar otra fiesta de baile caribeño para recaudar los fondos necesarios y alcanzar los 15.000,00 dólares requeridos para ayudarnos a comprar y enviar el láser médico y la silla con el fin de continuar con nuestra misión.

Dra. Elba, entonces tendría que ser traída a la ciudad de Nueva York para asistir a los servicios requeridos, y obtener la certificación necesaria para obtener una licencia para operar este nuevo sistema en sus pacientes. Viajando con su pareja, su marido y su mejor amigo, el Dr. Heriberto Marín, pasarían tiempo con nosotros en nuestro apartamento en la ciudad de Nueva York. A su regreso, se reembarcaba nuevamente a visitar y atender a sus pacientes en las montañas, a lo largo de los años, y poco a poco casi erradicaría el cáncer oral en su hermosa y amada nación insular de Borinquen. Todo esto comenzó con una simple observación, pero Dios siempre lidera el camino. Y el resto, es la historia médica de los libros de aquellos que pueden y se retan a documentar.

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