La Misión Médica A Maricao, PR. Parte 3

100×35 En Las Afueras del Portón A La Entrada del Viejo San Juan En la Milla Más Larga de mi Jornada Humanitaria Voluntario…

La Misión Médica A Maricao, PR. Parte 3

El año 2019, había sido un año muy ocupado, para mi esposa y para mí, aunque dirigir una iglesia, velar por nuestra ciudad y el de la seguridad de nuestro pueblo y otros asuntos en Puerto Rico, estaba empezando a afectar a nuestros cuerpos. Juntos habíamos registrado muchas millas aéreas de viajero frecuente. Como Puerto Rico seguía sufriendo financieramente y su recuperación seguía siendo a paso lento. Creyendo que podríamos ayudar a impulsar la economía local, en lugar de seguir alquilando innumerables Airbnbs, que en su mayoría eran propiedad de personas cuales vivían afuera de la isla y muy pocos dueños locales o lugareños cuál indicaba que este no promovía la economía… además, el turismo seguía en declive, al igual que otros negocios, los pocos dólares económicos que entraban en el país, no se quedaban, sino que volaban fuera de la isla, ya que los propietarios hoteleros, eran corporaciones o dueños no residentes de la isla.

A finales de 2018, nos habíamos comprado una pequeña casa frente a la playa, cual había sufrido mucho deterioro por los vientos huracanados, y era obvio que antes del huracán, maría, ya experimentaba necesidad de reparaciones importantes, por lo cual, le teníamos que dar completa restauración antes de que alguien la pudiera volver a dar uso habitable. Vimos dicha compra no solo como un punto de inversión, si no mas como otro instrumento cuál serviría para ayudar a re inyectar dinero a la economía local. Ya nos habíamos antes  puesto de acuerdo a que todo material adquirido para rehabilitar nuestra casa, fuese comprado en tiendas locales y a pequeñas empresas puertorriqueñas.

Aunque, nos manteníamos aún poco más escéptico a quién le rentaríamos apartamentos a corto plazo o Airbnb, decidiendo así, alquilarle solamente a los propietarios de Airbnbs puertorriqueños o aquellos quienes vivieran en Puerto Rico. Así que mis viajes aquí ahora se volvieron más personales aunque también a menudo, serían de naturaleza humanitaria esporádica, cuando alguna de las organizaciones podría contactarnos, o a uno de nuestros asociados en nuestras iglesias hermanas, para ponerse en contacto con nosotros, en busca de información acerca de dónde sus servicios voluntarios serían más adecuados y necesarios para su personal como voluntarios y así sus servicios y dinero y la gente en la isla, pudiesen recibir mejor servicio. Aunque a menudo usaba mi propio dinero para viajar hasta aquí y servirles como su guía, proporcionar traducción, y asistir en reparación de techos, pintar, raspar o servir en cualquier otra capacidad de apoyo, pudiese  ser necesario.

Para cuando llegara el comienzo del verano, ya había hecho unos seis o siete viajes, de ida y regreso, todo esto, mientras aún todavía me tocaba conducir periódicamente las cinco horas ida y regreso entre Connecticut desde Nueva York para revisar nuestra casa de campo, que ahora estaba en el mercado. Y aún tenía que ir a revisarla para ver si necesitaba hacer algo, cambiar una bombilla, ajustar las cámaras, el aire central, etc… cualquier cosa que pudiese haber aumentado la visualización positiva de nuestra casa que, al igual que la mayoría de las casas en Connecticut que estaban a la venta, dado a que realmente el mercado drásticamente se había paralizado y no se estaban moviendo.

Entre el trajín de los viajes aéreos los viajes en coche por el campo de Connecticut y las carreteras secundarias puertorriqueñas en la ladera de la montaña, mi cuerpo estaba gastado y los dolores, ni se diga. Yo ciertamente estaba empezando a sentir, que el cuerpo estaba de nuevo comenzando a hablarme, tras  alcanzaba el allegado momento de un pensamiento de miedo. ES decir, que recientemente había pasado un poco más de tres años desde mi tercera y última cirugía de la espalda, anteriormente, había tenido dos, una de ellas, siendo un estimulador de la médula espinal implantado, para aliviar el dolor, ocho años antes, la cual se había roto dentro de mí y había sido extirpado. Después de cada largo viaje aéreo, sentía que mis espaldas podrían estallar de vez en cuando, a menudo me detenía, en los aeropuertos y hacía mis estiramientos terapeutas, para aliviar el dolor de la articulación sacroilíaca, mientras reajustaba y aplicaba un poco de presión a mi cinturón SI y así seguir adelante… tal vez de alguna manera mi cuerpo se había anestesiado por el dolor y así seguía.

Mi esposa, Damaris, estaba trabajando muy duro, entre tratando de re-estabilizar ayudar a crecer su antes golpeada iglesia, e inyectar confianza en la comunidad y mantener el enlace activo entre el mandato ayuntamiento gubernamental y su comunidad de clero… sus deseos, se materializaban tras la voluntad del creador. Mientras tanto, esperaba a que llegara su año sabático, y se dirigía a Puerto Rico, desde donde seguiría investigando y trabajando, aunque en vez de solo trabajar, finalmente  ella tendría la oportunidad de pasar un mes entero en la casa que habíamos alquilado frente a la playa. La cual quedaba tal vez a una milla de distancia de donde estábamos remodelándolo la casita de playa en el pueblo de Patillas.

Ahora tenía que volar esta vez a Miami, ya que había obtenido permiso de mis hijos mayores para llevar a los nietos y pasar un tiempo con ellos en Puerto Rico. Sin embargo, esto fue, por supuesto, justo antes de que la revolución del pueblo cual derrocaría a su entonces, gobernador, Ricardo Rosello, entraría en pleno apogeo, y tendría que cambiar de planes de inmediato.

Toda la nación insular Borinqueña estaba se encontraba en medio de un alboroto justificable… aunque en realidad, las manifestaciones, eran en su mayoría pacífica, aun así, era bastante inquietante ver las noticias desde lejos y no sentirse conmovido, especialmente al saber cuánto había sufrido el puertorriqueño. ¡¡Ricky Renuncia!!” Fue el canto de llanto y grito de guerra, cuál se escuchaba como canto en voz alta por cientos de miles de personas, en todo el área San Juan y a través de la isla puertorriqueña.

El área de comercial del Viejo San Juan, así como la mayor parte de su zona de distritos turísticos, eran prácticamente inaccesibles, excepto a los participantes de las manifestaciones que a diario se presentaban y organizaban su participación en la protesta nacional para expresar su queja política. Mientras tanto, las pérdidas económicas del comerciante Boricua, surgían amontonarse nuevamente a millones.

Sin saber exactamente cómo podrían haber resultado las cosas, pensé que en lugar de arriesgarme a viajar a Puerto Rico y quedarme atascado, incapaz de ir a ninguna parte, ni siquiera poder salir de la isla, con los tres nietos, cuando estábamos listos para regresar, podría ser mejor, si volara a Miami, recogerlos, luego volar de regreso a Nueva York, y disfrutar, después de haber pasado una temporada maravillosa con ellos, entre nuestra casa de campo, en Marlborough, Connecticut y nuestro apartamento de Manhattan, cual sería mucho menos arriesgado y más seguro, ya que en este momento, Puerto Rico, seguía, literalmente, figurativamente, financieramente, políticamente y emocionalmente sangrando.

Seguí con mi plan al pie de la letra y tuve un viaje exitoso con los niños, visitando varios museos, los jardines y huertos de la ciudad de Nueva York, Connecticut y Rhode Islands, pasando un buen rato conociéndolos y llevándolos de regreso a sus casa sanos y salvos y de manera oportuna con sus padres, tal como se prometió. Sin embargo, por supuesto que estaban un poco decepcionados, ya que tenían muchas ganas de pasar tiempo con Damaris en la playa y en la casa de la playa. También lo fue para mi esposa, que estaba también deseando compartir con ellos. Y yo, obviamente, bastante triste, ya que había gastado mucho dinero en alojamientos, cambios de pasajes de viaje en avión y había descansado muy poco, ya que era la única responsable, disponible para proteger, servir y satisfacer todas sus necesidades de estos menores. No fue fácil, pero eso es lo que se les había prometido y de ninguna manera quise decepcionarlos.

Mientras tanto, ese mismo verano, me preparaba para la celebración de unos cumpleaños muy importantes, ya que cumplía 60 años ese julio y esperaba con ansias la gran celebración que Damaris, otros familiares y amigos habían preparado para mí aquí en las playas de Patillas, Puerto Rico. Esta pequeña celebración me ayudó a recuperarme, ya que me sentí un poco celebrado, agradecido y apreciado. Aquí me pase el resto del mes de agosto, con Damaris, descansando, relajándome y compartiendo y comportándome, como un vago playero, sin hacer nada más que comer, nadar, bucear y leer, hasta regresar nuevamente a casa en la ciudad de Nueva York.

A medida que el 2019 llegaba a su fin, había volado de vuelta para supervisar y comprobar sobre la renovación de nuestra  pequeña casa frente a la playa, cuál habíamos rescatado de los escombros, ya casi completa. Hoy venía a pagarle al contratista sus cheques finales y comprar nuestra cama, hamacas, algunas piezas de muebles muy necesarios, platos, etc., ya que los nuestros estaban todos en nuestro apartamento en la ciudad de Nueva York y en nuestra pequeña casa de campo en Marlborough Connecticut. Creo que el día de mi llegada era alrededor del 11 de diciembre, y ese mismo día, el suelo alrededor de la costa sur de Puerto Rico comenzó a temblar, y a sacudirse periódicamente cada dos días durante el resto de ese mes.

Por supuesto, que mi esposa, Damaris, no pudiese acompañarme, ya que tenía que dirigir la iglesia, la Navidad estaba justo sobre nosotros, y mientras me preguntaban, le recordaba a nuestros amigos quienes en esos momento preguntaban, preocupados de cómo la pasaría solo en Nochebuena,

? Y les recordaba, que “después de todo, la Iglesia Unida de Cristo, es una iglesia cristiana, ¿que de hecho tiene que ver con el nacimiento del niño Jesús?” De cualquier manera, ella volaría y nos uniríamos después de su servicio de Navidad, y celebraríamos al día siguiente.

Aunque la realidad, es que culturalmente para muchas familias puertorriqueñas, su principal gran día de celebración, no es tanto Navidad y ni siquiera la celebración de año nuevo, como lo es el seis de enero, en celebración del Día de los Reyes Magos. Ambos ya habíamos hecho los preparativos para dirigirnos a Juana Díaz, una ciudad donde anualmente gozan de dicha celebración del festival del día de reyes, la cual queda al sur de Patillas, donde tenemos nuestra casa en la playa. Mi pobre y dedicada esposa, siendo una puertorriqueña muy orgullosa, dedicada y culturalmente fundamentada, que ama su tradición y cuyo corazón se ilumina en todos estos eventos de amor cultural, había estado esperando dicha celebración durante meses.

Desafortunadamente, ese es el día en que por primera vez, el suelo tembló con fuerza brutal. Ella estaba en el baño, mientras yo estaba acostado en la cama, aunque a veces tendía a tener un sueño profundo y pesado, pero me despertó el jamaqueos. ¿Cuándo le pregunté a ella si había sentido algo? Ella dijo “no”. Lo cual es bastante comprensible, si uno está de pie en la ducha y el agua se vierte por la cabeza, en lugar de estar acostado en una cama.

De cualquier manera, el informe real siguió no reportó daño alguno ni pérdidas de vida. Nos preparamos y nos dirigimos a Juana Díaz, ese día para escuchar algo de música, comprar algunas artes y manualidades, comernos una buena comida y divertirnos tanto como uno pudiera, teniendo en cuenta la situación. Aunque aún no se había informado de la pérdida de vidas y la música había sostenido nuestra preocupación.

Volvimos a casa esa noche y continuamos con nuestra pequeña celebración en la de casa terraza con vistas al Mar Caribe, hasta que llegara la hora de irnos a la cama esa noche.

Alrededor de las 5:00 a.m. de la mañana siguiente, fuimos despertados esta vez, por otro terremoto, siendo casi el doble de fuerza que el que habíamos experimentó el día anterior. Saltamos de una vez a toda prisa, para ponernos nuestra ropa y alistarnos para correr, aparentemente también lo hicieron todos nuestros vecinos, dado el hecho de que nuestra casa está justo al otro lado de la calle del mar… temíamos y se habían escuchado informes del vecino acerca de un posible tsunami, que afortunadamente para nosotros, nunca llegó.

Aunque lamentablemente lo que si sucedió, sin embargo, fue que aparentemente el epicentro estaba justo cerca de las torres principales que servían electricidad a la mayor parte de la isla, y después de haber estado casi un año, sin electricidad, un gran número de familias puertorriqueñas, se encontraban otra vez en la oscuridad. Y nuevamente sin agua ni electricidad.

A través del tiempo, varios de nuestros amigos, Catedráticos, seminaristas, colegas de mi esposa del Trinity College en Hartford, Connecticut, a menudo visitaban y nos reuníamos en nuestra casa de campo en Marlborough. Siendo ex miembro de la marina mercante, siempre me eh enorgullecido del haber tomado curdos de adiestra en profesionalismo de superviviente, mientras que ellos muy a menudo bromeaban, indicándonos, que si en caso del Armagedón, lo primero que harían, sería escapar de la ciudad de Hartford y llegar nuestra casa, ya que sabían muy bien, que si llegaran a nuestra casa estarían a salvo, protegidos y bien alimentados, indicando que sobrevivirían sin problema alguno hasta que la catástrofe estuviera bajo control.

Recordando todo aquellos elogios a millas de tierra firme y de mi casa, estudio, campamento y laboratorio donde en realidad había cautelosamente coleccionado todo cuanto fuera necesario para sobrevivir en una emergencia. Aunque esta vez, lamentablemente me sentí desnudo y sin estar preparado en lo más mínimo. No tenía nada, ni una vela, ni una linterna, ni siquiera una navaja de bolsillo conmigo, ya que el agente de la TSA había me confiscado el que había olvidado y por error, dejado en uno de los bolsillos laterales de mi mochila de cuero, que había llevado conmigo a las montañas de Orocovis, mientras realizaba viajes misioneros hace unos meses.

Siempre he tenido un machete, unos alicates, alambres de cuerda, una lata de queroseno, comida y todos esos instrumentos caseros de supervivencia necesarios en caso de emergencia. Siempre me enorgullecería de estar listo, ya sea en tierra o en el mar. Tanto es así que cuando el famoso músico beliceno de origen Garífuna, James Lovel, Lucy Blanco  de Honduras y sus amigos, visitaron nuestra casa en Connecticut, me apodaron en broma, Mcgaiver, después de un personaje aventurero de una serie de televisión histórica, muy famosa en la década de 1980. Sentirme vulnerable no estaba en mi vocabulario… y aunque me sentía deprimido, todavía no me sentía derrotado. Más tarde esa mañana, nos subimos a nuestro coche de alquiler y condujimos hacia la ruta 3 norte, del barrio Guardarraya; lo que solía ser una carretera feliz y concurrida junto al mar, de repente parecía sombría, terrible, solitaria y triste.

Ya que ahora eran casi las ocho de la mañana y casi nadie estaba en la carretera. Condujimos hasta el lugar de desayuno más cercano en la ciudad de al lado, en Maunabo, Salseo, que también albergaba una ferretería local. Y después de desayunar, compré 4 bloques de cemento. Mi esposa un poco confundida tras mi compra de bloques, aunque no en lo mínimo de sorprendida, se lo tuve que explicar.

Dado que nuestra estufa era eléctrica, obviamente no podíamos cocinar… no teníamos leña, pero había estado recolectando pequeñas ramas secas de la granja de la familia, con el fin de quemarlas y crear una composta de acidez para un balance y equilibrio de PH. del suelo para mi investigación en agricultura orgánica. Realmente no teníamos grandes cantidades de comida, ya que estábamos programados para regresar a la ciudad de Nueva York en un par de días, pero teníamos un buen vino y una bolsa llena de deliciosos pasteles puertorriqueños que mi suegra, Lucy, había hecho para que los disfrutáramos en el Día de los Tres Reyes.

Después de comprar los bloques de hormigón y tirarlos en la parte trasera de nuestro SUV hatchback, continuamos conduciendo por la carretera, hasta Humacao, y mientras conducía, me molestó continuamente una sensación extraña y espeluznante. Era casi como si Dios me estuviera hablando, ya que me conmovió una experiencia espiritual, como algo fuera del cuerpo, que parecía indicarme que no podía volver a casa y dejar a estas personas solas, sin agua, sin luz, sin antes haber planeado o hecho algo por nuestros familiares y vecinos en la isla.

De pronto, mis pensamientos fueron interrumpidos por un programa de radio de conversación, que estaban discutiendo la necesidad de más sistemas solares en la isla y la accesibilidad de más empresas que los proporcionaban. Fue entonces cuando le pedí a mi esposa que escribiera el nombre del ejecutivo de la empresa que estaba siendo entrevistado en el programa.

Como nuestras mentes en una especie de modo sincronizado, un cambio de nuevo a nuestros primeros pensamientos, que era, sobre “¿cómo íbamos a averiguar y encontrar la manera de cómo ayudar?”

Cuando volvimos a casa esa tarde y cruzamos la calle para sumergir los dedos de los pies entre las olas y reflexionar un poco más sobre qué hacer para organizarnos, una vez puestos de regreso  en Nueva York… Esa noche, cuando volvimos a casa y nos sentamos en el patio trasero, debajo de la glorieta, instalé los ladrillos, rompí las ramas en trozos más pequeños para adaptarse a mi improvisada estufa de bloques de cemento, y empleé una de las rejillas del horno de la estufa, para cocinar los deliciosos pasteles para la cena. De pronto, una idea brillante surfeó en el cerebro activo de mi esposa, e inmediatamente comenzó a compartir, “¡Hacemos una misión médica!” Sugiriendo casi en voz alta… e inmediatamente pensé, casi el doble de fuerte, sin notar que se me escapaba de la garganta, “bueno, sigamos adelante, ahora tenemos todas las conexiones en su lugar, hagamos que funcionen de nuevo para el bien común… ¡hagámoslo!” Pronunciando el famoso lema de la Iglesia Unida de Cristo, después de todo, “¡Dios sigue hablando!”

Continuamos hirviendo y cocinando esos pasteles sobre la estufa de leña improvisada, y los disfrutamos, con una deliciosa botella de Merlot del Día de los Reyes Magos, que nos habían regalado nuestro cuñados, mientras dábamos gracias a Dios por nuestras vidas y el privilegio y el amor recibido en bendiciones.

Ambos teníamos demasiado miedo de dormir dentro de la casa esa noche, debido a las continuas réplicas a lo largo del día, mi esposa, por miedo a otro terremoto, decidió dormir debajo de la glorieta, con la luna y las estrellas brillando en su hermoso rostro. Mientras tanto, entré y llegué a la cama, ya que había sido un día muy largo mentalmente agotado y agotador, en mi mente… L

Me avisté, luchando con el hecho en mente, de que estábamos dejando a nuestra gente atrás en apuros y aún no teníamos que formular un plan sobre cómo podríamos regresar a ayudar.

Antes de quedarme dormido, me recordé que teníamos que levantarnos y empacar, luego salir a la mañana siguiente, para estar en el aeropuerto al mediodía, llegar a tiempo para nuestro vuelo de regreso a casa a la ciudad de Nueva York.

Tuvimos unas lluvias de ideas, mientras conducíamos de vuelta para dejar el coche de alquiler, nos dimos cuenta de que algunas gasolineras ya se estaban quedando sin gasolina mientras que las largas filas de coches, estaban empezando a formarse de nuevo fuera de ellas, afortunadamente para nosotros, sin sospechar, pero la costumbre de no conducir con el tanque vacío, habíamos llenado nuestro coche el día anterior.

No estoy seguro de cómo lo hizo, o incluso cuándo lo hizo, pero cuando volvimos a casa, mi súper dedicada y hermosa esposa, Rev. Dr. Damaris Whittaker, una vez más había reunido a toda su gente y juntos, ya habían comenzado a planificar, implementando así nuestro próximo viaje de regreso para una misión médica completa. Organizándolo esta vez, entre el Dr. Ralph Rivera, profesor de salud pública de la Universidad de Puerto Rico, junto a su mejor amigo y colega, el Dr. Heriberto Marín, también de la Universidad de Puerto Rico, Dr. Jesús Alvelo de AMAR, Dra. Karen Shearers de la Universidad de Yale, y aparentemente habían reunido a todos sus amigos, que también reunieron a sus amigos, y luego algunos más… todos ellos listos para converger y reunirse en Puerto Rico para llevar a cabo una misión médica de blanquete para el 7 de febrero, exactamente un mes después de ese último gran terremoto que sacudió la parte sur de la isla, dejando a miles de personas sin hogar.

Damaris y yo llegamos a San Juan la noche anterior junto a la Dra. Karen Dorsey, deteniéndonos solamente a confirmar nuestra habitación y nos dirigimos de inmediato a comer algo rápido, ya que teníamos que levantarnos tempranito, a las 4:00 a.m. de la mañana siguiente. Teníamos un viaje de dos horas y media por la montaña hasta el pueblo de Maricao, cual estaba gravemente dañado… sin embargo, en el camino tuvimos que parar para recoger a nuestro equipo de CNN. (¡Sí, has leído esto correctamente!) Debido al severo clima político, los conceptos erróneos y una combinación de otros factores engañosos, seguido por los continuos desastres en la nación isleña, el apoyo a Puerto Rico, ahora estaba empezando a disminuir. Incluyendo las voces que salían de la Casa Blanca, en Washington, D.C., estaban empezando a sonar escépticos y fue la razón por la cual, usamos nuestras conexiones y trajimos con nosotros a una periodista de buena reputación, Nora Nuez, de una institución de noticias internacional establecida y creíble, como CNN, junto con su equipo de cámara. Por supuesto, tuvimos que conducir unos minutos fuera de San Juan y recogerlos en Monte Yedra, cual estaba en camino hacia el sur.

Yo ya había conducido estas montañas de Puerto Rico tan a menudo que a estas alturas, mi esposa automáticamente pensó que era apropiado que yo tomara el volante. El viaje fue largo y traicionero, sin embargo, siendo cafetero y no un buen madrugador, solo me había quedado la oportunidad de tomar me una sola taza de café y a pesar de que habíamos dormí muy poco… no había tiempo para desayunar, ya que ya nos habíamos quedado atrás y teníamos que ponernos al día con los demás. Mientras conducíamos a través de “La Cordillera Central”, y pasábamos por la cordillera, a veces miraba hacia atrás en el espejo retrovisor y veía rocas rodando por las montañas y cayendo al mismo suelo que acabábamos de pasar, pero no decía nada, no quería crear pánico, sino que en su lugar oraba en silencio y bromeaba con nuestro equipo, a quien ahora se burlaba de nuestra líder de equipo, Damaris, ya que no nos permitía conducir, buscando más paradas de café en el camino… teníamos un largo, largo camino por recorrer y ya habíamos caído muy detrás de la caravana.

Cuando llegamos al punto de reunión indicado, en un parque de béisbol en la plaza de la ciudad de Maricao, había alrededor de trescientos cincuenta voluntarios, médicos, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras, especialistas en salud pública, estudiantes y miembros del equipo de tratamiento de todo el espectro que habían aparecido de todo Estados Unidos esa mañana, listos para unirse a las Fuerzas de Salud de Puerto Rico, y formar parte de Las Brigadas Salubristas en Maricao, Puerto Rico. Todos ellos alegres, felices y contentos de estar allí para servirle al prójimo, a nuestros hermanos quienes hoy se encontraban sufriendo y en necesidad.

Creo que este quizás ha de haber sido uno de las vistas más hermosas que quizás había visto en todos los años viajando a las islas  del Caribe. La muestra de diversidad entre las camisetas, playeras y colores, entre los médicos, enfermeras, logos de diferentes escuelas de medicinas, colegios, hospitales y los voluntarios empleados municipales, indicó que el amplio plan de tratamiento cuál podríamos brindarle a la comunidad.

Aunque fuese un día largo, largo. Nos dividimos en equipos separados y nos extendimos, sondeamos por la mayor parte del pequeño pueblo montañoso, yendo de casa en casa, buscando y encontrando personas que podrían necesitar ayuda y proporcionándoles ayuda, alivio y un poco de abastecimiento. Afortunadamente, yo estaba en el grupo que formaba parte del equipo de salud mental, formado principalmente con los estudiantes de psicología de posgrado de la Universidad Albisu, un par de estudiantes de medicina de la Universidad de Puerto Rico y nuestro buen amigo, el Dr. Heriberto Marín. Fue un día largo y duro para nosotros.

Sin embargo, creo que mi esposa y los otros equipos tomaron la peor parte del pueblo, donde, al analizar sus videos publicados por CNN, vimos que enfrentaron personas una gran mayor necesidad y mucho más inmediata, requiriendo más asistencia. En el viaje de regreso a San Juan, condujimos directamente hacia la puesta de sol. Los hermosos colores, rebosando de tonos de púrpura, amarillo, naranja, con rayas de blancos, verdes y carmesí que se convirtieron en azules. ¡Otro voluntariado alegre y una misión de éxito total!

Luego que dejáramos a nuestro equipo de periodistas en sus hoteles, nos dirigiremos al Condado a y nuestras habitación del hotel, dejaremos nuestras mochilas y equipo de rescate, nos dimos una ducha y luego salimos a disfrutar de una cena bien merecidas de mariscos. Un montón de trabajo, que durante un corto tiempo creímos que nunca lo hubiésemos logrado, pero nuevamente, fuimos realmente muy bendecidos, y logramos.

Todo y todo, ¡una maravillosa bendición!

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